Los pueblos necesitan del territorio con que han nacido a la vida política, como se necesita el aire para la libre expansión de nuestros pulmones. Arrebatarle un pedazo de su territorio, es arrebatarle un derecho. Ya no es el alarde de la fuerza, el que apoya una gestión cualquiera en el mundo diplomático. Los gobiernos han comprendido ya, que no hay otra fuerza legítima y respetable que la fuerza del derecho y de la justicia; que el abuso no se legitima jamás, e imprime siempre un sello odioso sobre la frente de los que lo consuman. (11/1869)
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SANTOS VEGA
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