“Esta etapa es el ejemplo más típico que conozca de
los viajes sudamericanos. Salimos, galopando con 70 caballos por delante. Todos
iban suelto, y el campo era de arena caliente cubierto de árboles y zarzales.
Los árboles principalmente son algarrobos de forma y tamaño de manzanos y
suficientemente algo para ocultar los caballos. Este arreo de animales salvajes
iba a cargo de un peón y un muchacho, y era sorprendente, cuando yo galopaba
por el camino, ver a estos sujetos
cruzar constantemente como flecha la senda delante de mí, en persecución
de los caballos, que nunca se veían en el camino. En las llanuras pastosas
también es admirable ver como se arrean tropillas de caballos y es un bello
espectáculo equitación ver al gaucho a todo correr entre los árboles, a veces
en el costado del caballo y otras agachado sobre el pescuezo para evitar las
ramas. El camino de rodados es un espacio despejado de grandes árboles; pero a
menudo cubierto de arbustos que se doblan al paso del carruaje del modo más
extraordinario.”
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